Un trastorno mental es un patrón cognitivo, emocional o conductual que refleja una disfunción psicobiológica subyacente y cuyas consecuencias implican malestar clínico significativo y/o deterioro del funcionamiento habitual en lo personal, familiar o social, por lo que resulta en incapacidad para afrontar las demandas y rutinas comunes de la vida. Tal patrón no se ajusta a las creencias y normas socioculturales del grupo donde se desenvuelve la persona. El término "trastorno" designa genéricamente estados relacionados con malestar emocional y corporal y sufrimiento relacional y social, que

pueden ser ocasionados por factores genéticos, desequilibrios neuroquímicos o metabólicos, reacciones a estresores psicosociales o por una combinación de todos ellos. Tal como la diabetes, la hipertensión o el cáncer, el trastorno mental suele ser un problema tanto físico como emocional y mental. 

 

SIGNOS Y SÍNTOMAS DE ALARMA:  

   

El trastorno mental produce signos clínicos observables por las personas de su entorno o por el propio afectado.  Entre ellos se pueden mencionar:

• Alteraciones cognitivas:  Dificultad para pensar con claridad, bloqueo del pensamiento, indecisión. Problemas de memoria, de atención o de concentración. Pensamiento incoherente. Ideas obsesivas, ideas suicidas o ideas muy extrañas (delirio). Criterio de realidad alterado. 

• Alteraciones emocionales: Ansiedad, miedo excesivo o preocupación desproporcionada. Tristeza o desánimo. Malhumor. Accesos de ira o rabia incontenible. Apatía. Cambios bruscos del humor. Vacío emocional. Ánimo inestable, irritable o exaltado. 

• Alteraciones perceptivas: Distorsiones sensoriales. Interpretación errónea de estímulos reales. Ver, escuchar o sentir cosas que no existen (alucinaciones). 

• Alteraciones conductuales: Conductas erráticas, agresivas, impulsivas o compulsivas. Intranquilidad. Incapacidad creciente para realizar las actividades habituales.  Aislamiento social. Abuso de sustancias. Hiperactividad.

• Alteraciones físicas: Quejas somáticas y dolores mútltiples inexplicables. Contracturas musculares persistentes. Falta de energía. Cambios dramáticos en hábitos de sueño, apetito y peso. Síntomas vegetativos difusos como palpitaciones, ahogos, atragantamientos, sudoración, temblores, vértigos, etc. 

 

 Es importante prestar atención a cambios súbitos en pensamientos y conductas. El inicio de varios de estos síntomas o conductas sugiere un problema que debe ser evaluado por profesionales especializados y no es recomendable dejar pasar demasiado tiempo para buscar ayuda.