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Trastorno de Pánico

 

El trastorno de pánico (TP) se caracteriza por crisis de pánico recurrentes e inesperadas junto con ansiedad anticipatoria intensa y conductas de evitación que interfieren con la vida cotidiana. 

 

Las crisis o ataques de pánico en el TP se repiten varias veces y no tienen un desencadenante objetivo reconocible; también son súbitas (emergen "de la nada") y son autolimitadas (finalizan espontáneamente, aunque no se haga nada para que desaparezcan). Las crisis se presentan en cualquier situación y en cualquier contexto (incluso durante el sueño, como ataque de pánico nocturno). Su duración es breve (máx. 30 minutos) y se acompañan siempre de un miedo agobiante y una sensación de catástrofe inminente que convencen al paciente de que está en peligro mortal (aunque no lo está).

 

La frecuencia de las crisis es variable; se pueden sufrir dos o tres crisis sin que vuelvan a reoeturse en mucho tiempo, o sufrir varias crisis seguidas en corto periodo de tiempo. 

La primera crisis puede ocurrir espontáneamente en situaciones emocionalmente cargadas o estresantes. Pero es la repetición inesperada y lo imprevisible de las crisis lo que lleva a experimentar una gran ansiedad anticipatoria en forma de temor y preocupación persistente por nuevas crisis y sus posibles consecuencias. El miedo a tener una nueva crisis o "miedo al miedo", puede ser la principal queja del paciente, incluso más que el mismo ataque de pánico.

 

Las conductas comunes frente al miedo son la evitación y la búsqueda de seguridad. El paciente asocia su ansiedad a estímulos externos, es decir, a situaciones en las que ya experimentó crisis de pánico por lo que evita esas situaciones y cualquier otra situación en la que le resultaría muy difícil escapar o recibir ayuda si se presenta una nueva crisis de pánico. También opta por permanecer en un "lugar seguro" como su casa e insiste en estar siempre acompañado. Y aunque inicialmente puede sentirse seguro y menos ansioso, es una conducta desadaptativa. 

Eventualmente se establece la agorafobia, que limita el desarrollo personal, genera dependencia patológica de otros miembros de la familia, pérdida de la autonomía, desconexión social e incapacitación del paciente. Todo eso lleva a desmoralización, un gran sufrimiento personal. Sin un tratamiento adecuado, el trastorno de pánico puede ser muy incapacitante y producir problemas de autoestima, pobre rendimiento académico o laboral, problemas en las relaciones interpersonales, aislamiento social, alteraciones del sueño e hiperfrecuentación de servicios asistenciales. Las complicaciones más frecuentes incluyen la depresión, el abuso de alcohol y sustancias y otros trastornos de ansiedad como la agorafobia. 

 

Criterios diagnósticos para Trastorno de Pánico:

 -  Crisis de pánico recurrentes e inesperadas.

 -  Al menos una crisis se ha seguido durante un mes de los siguientes síntomas: 

  • Inquietud o preocupación persistente ante la posibilidad de presentar más crisis (ansiedad anticipatoria)

  • Preocupación por las implicaciones de las crisis o sus consecuencias (por ej. perder el control, "volverse loco" o tener un ataque cardíaco)

  • Cambio significativo en la conducta relacionado con las crisis (por ej. conductas destinadas a evitar las crisis, como evitación del ejercicio o de situaciones no familiares

-  La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (por ej. drogas o fármacos) ni a otra afección médica (por ej. hipertiroidismo, trastornos cardiopulmonares)

-  Las crisis no se explican mejor por otro trastorno mental 

 

Tratamiento:

El trastorno de pánico se diagnostica luego de descartar otras posibles causas, en particular condiciones orgánicas, que producen ansiedad. 

Los objetivos del tratamiento son:

  • Bloquear las crisis de pánico

  • Disminuir la ansiedad anticipatoria

  • Revertir las conductas de evitación

  • Resolver los conflictos psicológicos

  • Mejorar la disfunción psicosocial y la comorbilidad asociada.

 

El tratamiento de elección son los antidepresivos ISRS en dosis anti-ansiedad y benzodiacepinas con efecto antipánico, tomando en cuenta la respuesta, circunstancias y preferencias del paciente y el perfil de efectos colaterales. Las benzodiacepinas con efecto antipánico ayudan a bloquear las crisis desde inicialmente, pero su uso debe ser monitoreado cuidadosamente. Una vez que se logra el control de las crisis y la disminución de la ansiedad anticipatoria se inicia el retiro gradual programado de las benzodiacepinas para evitar la ansiedad de rebote, manteniendo los ISRS durante al menos 12 meses seguidos.  

La terapia cognitivo-conductual está indicada para revertir las conductas de evitación y restituir el funcionamiento social, familiar y personal, mediante técnicas de reestructuración cognitiva y técnicas de exposición gradual, de respiración, de relajación y psicoeducación al paciente y familiares.

 

 

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