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10 mitos y realidades sobre los trastornos mentales

En esta sección podrás encontrar algunas respuestas a preguntas que tal vez te hayas hecho en algún momento. Intentamos ofrecer nuestras opiniones ajustadas a la mejor evidencia científica y actualización disponibles con el fin de aclarar errores de conceptos. 

MITO: La enfermedad mental es locura

REALIDAD: El término "enfermedad mental" se refiere a diferentes tipos de trastornos.  Se prefiere utilizar el término trastorno mental en lugar de enfermedad mental por el uso peyorativo y discriminatorio que implica el último. Un trastorno mental puede ser de mucha gravedad y discapacitar a una persona para llevar una vida satisfactoria (por ej: los cuadros de demencia del tipo Alzheimer, o  casos severos de Agorafobia) o puede ser un trastorno más leve y circunscrito a ciertas situaciones que no produce mayor discapacidad (por ej: una fobia social limitada al miedo a hablar en público; un trastorno del aprendizaje como la dislexia o un trastorno psicosomático como el sindrome de colon irritable). La "locura" se refiere a los estados de psicosis que suelen ser los menos frecuentes de los trastornos mentales.

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MITO: Los trastornos mentales son problemas poco frecuentes

REALIDAD: Según la Organización Mundial de la Salud, la prevalencia de trastornos mentales es bastante alta:  se estima que 1 de cada 4 personas desarrollará a lo largo de su vida algún tipo de trastorno relacionado con la salud mental. Los trastornos mentales están dentro de las 5 primeras causas de enfermedad en Latinoamérica y el Caribe; el alcohol el principal factor de riesgo para la salud de la población por encima del tabaco. La depresión, los trastornos de ansiedad y el abuso de sustancias como el alcohol son los problemas más frecuentes en salud mental.

 

MITO: Soy una persona equilibrada y bien centrada, a mí no me afectará ningún problema de salud mental

REALIDAD: Los problemas mentales o emocionales no se relacionan con "ser fuerte" o "ser débil"; asociar el trastorno mental a debilidad de carácter, a deficiencias intelectuales, a defectos morales o a falta de voluntad es un error lamentable que lleva a estigmatizar a personas que de ningún modo son culpables de padecer un problema mental. Un trastorno mental es consecuencia de muchos factores entre los que podemos mencionar:

  - Factores biológicos (genéticos, enfermedades físicas, lesiones o disfunciones cerebrales, etc)

  - Acontecimientos vitales  (traumas vitales tempranos, experiencias de abuso o maltrato, etc)

  - Familias muy disfuncionales, con serios problemas de salud mental, caóticas o invalidantes

  - Exposición a tóxicos ambientales (incluye tóxicos físicos como sustancias y tóxicos emocionales)

MITO: Los trastornos mentales no tienen cura y los pacientes no se recuperan totalmente

REALIDAD: La mayoría de los trastornos mentales no constituyen procesos irreversibles; ellos pueden afectar parcialmente y de modo transitorio la vida de una persona. Con el apoyo social y comunitario necesarios la recuperación es posible. La recuperación se refiere al proceso por el cual la persona puede vivir, trabajar, aprender, producir y participar por completo en su comunidad. Actualmente hay más tratamientos, servicios y redes de apoyo comunitario, lo cual favorece una  recuperación más profunda y humanizada, contribuyendo a la inclusión familiar, laboral y social del paciente en su comunidad. Muchas personas se recuperan completamente de un trastorno mental, otros mejoran y pueden tener una vida plena

MITO: No se puede prevenir un trastorno mental

REALIDAD: La promoción de salud mental puede prevenir la aparición de trastornos mentales en personas que se encuentran en situación de riesgo, pues disminuye los factores de riesgo y fomenta los recursos personales del individuo.  Los factores de riesgo conocidos en cada etapa del desarrollo deben abordarse con acciones específicas. Programas psicosociales en las escuelas y en las comunidades pueden reducir la prevalencia de trastornos del aprendizaje, trastornos de conducta y trastornos relacionados con el abuso de sustancias. Estrategias de apoyo social y económico oportuno en comunidades expuestas a conflictos y/o desastres; mejora en la nutrición y cuidado del ambiente y la vivienda; escuelas de familia y de padres, mayor acceso a la educación, condiciones de trabajo más dignas y adecuadas y el fortalecimiento de redes comunitarias mejoran la salud mental de las poblaciones y promueven el bienestar emocional. 

MITO: Un enfermo mental no puede trabajar

REALIDAD: El trabajo es un factor estabilizador e integrador para las personas que padecen trastornos mentales, ya que les permite abandonar el rol de enfermo y participar como ciudadano de pleno derecho y miembro productivo de la sociedad, lo cual aumenta la autoestima, le permite establecer nuevas relaciones interpersonales, le aporta una fuente de ingresos para llevar una vida más independiente y mejora su calidad de vida. El trabajo ejerce un efecto rehabilitador que es necesario para lograr la reinserción social y el paciente puede ser tan productivo como cualquier otro empleado, siempre que tenga un tratamiento eficaz de su problema.

MITO: Los enfermos mentales son peligrosos, hay que mantenerlos aislados de la sociedad

REALIDAD: La mayoría de los pacientes con trastorno mental no son violentos ni peligrosos. Solo un pequeño porcentaje de pacientes, cuando no están siguiendo un tratamiento eficaz, pueden desarrollar episodios de pérdida de control con agresividad hacia sí mismo o hacia otros. Desafortunadamente los medios de comunicación magnifican tales episodios. En general, la atención psiquiátrica ambulatoria es preferible a la hospitalización, ya que el paciente suele evolucionar mejor al estar en su propio ambiente y con apoyo familiar.  El aislamiento refuerza la estigmatización. Es mucho más probable que un paciente con enfermedad mental sea víctima de delitos violentos y que resulte lastimado, abusado o amenazado por otras personas a que cometa un delito violento. Es la sociedad la que suele discriminar y maltratar a los enfermos mentales.

MITO: Los niños no sufren trastornos mentales

REALIDAD: Muchos niños y adolescentes presentan problemas mentales que interfieren con su desarrollo normal. Algunos problemas son bastante graves, mientras que otros son más leves. Algunos problemas serán transitorios, mientras que otros pueden durar toda la vida. Tales problemas se deben a la interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales. La mitad de los trastornos mentales suele iniciar antes del final de la adolescencia; pueden ser diagnosticados desde muy temprano dado que los síntomas se manifiestan desde los primeros años. Los síntomas pueden incluir dificultades en el modo de jugar, aprender, hablar, relacionarse y conducirse y pueden interferir seriamente con las actividades normales del niño. El diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno de los problemas puede ayudar al niño o adolescente antes de que obstaculicen su sano desarrollo.

MITO: No puedo hacer nada por una persona que tenga problemas de salud mental

REALIDAD: ¡Claro que la familia y los amigos pueden ayudar muchísimo! Aproximadamente cerca de 38% de los adultos con problemas de salud mental diagnosticables reciben el tratamiento necesario. Lo mismo sucede con menos del 20% de niños y adolescentes con problemas. Los familiares y amigos pueden ejercer una influencia muy importante para ayudar al paciente a buscar y utilizar los tratamientos y servicios necesarios debido a que pueden estar más en contacto con el paciente y comunicarle que están disponibles para ayudarlo de muchas maneras: buscando los servicios de salud mental, informándose, aprendiendo y compartiendo información y conocimientos sobre los problemas mentales; animando al paciente a seguir su tratamiento médico y los cambios que debe hacer en su vida cotidiana; estando atentos a las señales de distrés en el paciente que pueden condicionar una recaída. La mejor ayuda proviene de tratar a su familiar o amigo enfermo con respeto y aprecio, sin discriminación de ningún tipo, del mismo modo que tratan a las demás personas.

MITO: La psicoterapia y la autoayuda no sirven, siempre es necesario tomar medicamentos

REALIDAD: El tratamiento psiquiátrico incluye un abordaje médico y farmacológico (como realizar diferentes exámenes paraclínicos para descartar problemas endocrinos o metabólicos, indicar psicofármacos, hospitalización o terapia electroconvulsiva) e intervenciones psicoterapéuticas, sociales y familiares e incluso intervenciones psico-espirituales, según lo requiera cada paciente en particular.  No todos los problemas de salud mental requieren tratamiento farmacológico; pero éste es indispensable cuando se diagnostica un trastorno mental moderado o severo, especialmente si dicho trastorno tiene un sustrato biológico genético o adquirido por una enfermedad médica subyacente. La psicoterapia tiene como objetivo aliviar síntomas, promover cambios de conducta y ajustes necesarios para vivir de una manera más satisfactoria. Por otra parte, la autoayuda, cuando está bien orientada y se da en un contexto grupal, tambien es de mucha utilidad. Existen grupos de ayuda mutua y grupos de apoyo que facilitan un contexto terapéutico que sí funciona para muchas personas. En general, la psicoterapia y la autoayuda facilitan vivir de una manera más adaptada a la realidad pese a las dificultades.

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